sábado, 11 de enero de 2014

Capitulo 2

—Tienes los ojos más hermosos que he visto en mi vida.

 La voz sonó ronca y baja, como si fuera consciente de que cualquier otra cosa rompería el hechizo que los rodeaba.

—Tú también —musitó Paula, tenía el pecho agitado por el esfuerzo que hacia para respirar.

El emitió una risa ronca antes de que su mirada se tornara más intensa e inquisitiva.

—¿Has venido con alguien?

Ella parpadeó, tratando de pensar.

—Yo... estoy con un grupo de amigos —movió la cabeza con timidez mientras los ojos de él la obligaban a responder. Ignacio es el sobrino de uno de tus mecánicos.

—¿Es tu novio? —su voz proyectó un leve tono cortante ausente momentos antes.

—¡Cielos, no! —negó con una sonrisa y el cabello le cayó sobre los pechos. —Sólo vamos juntos a la universidad. Espero que no te importe que Nacho trajera a algunos de sus amigos —frunció el ceño. —Su tío dijo que...

—No me importa —cortó el para tranquilizarla. —Veo que tienes ventaja, ya que conoces mi nombre... —sonrió, a la espera.

Ella se ruborizó levemente.

—Soy Paula—repuso con voz ronca. Pero todo el mundo me llama Pocha.

Pedro no supo si quería formar parte de «todo el mundo» en lo concerniente a esa mujer tan fascinante. Enarcó una ceja.

—¿Eres italiana?

—No —rió suavemente, mostrando unos dientes pequeños y blancos. —Mi madre le permitió a mi padre, que es médico, elegir los nombres de mi hermana pequeña y el mío,Paula y Micaela cuando mi hermano nació hace seis años, le tocó elegir a mi madre. Eligió Gonzalo. 


Sus nervios opacaron su capacidad de pensar con coherencia sintiendo los dedos de él en su barbilla.


—¿Has dicho que vas a la universidad?

—Iba —corrigió con pesar. Acabé el mes pasado.

Eso le reveló que tendría unos veintiuno o veintidós años.

—¿Que estudiabas?

—Arte e Historia

—¿Con vistas a enseñar, quizá?

—La verdad es que aun no estoy segura. Espero algo que abarque ambas cosas se encogió de hombros con su altura superior, el movimiento le brindó a Pedro un vistazo de la plenitud de sus pechos.



No recordaba haberse sentido tan instantáneamente atraído alguna vez por una mujer. Era consciente de cada músculo y tendón de su propio cuerpo y de los de ella. Potenciaba una necesidad y un apetito interiores que demandaban que esas curvas esbeltas, se acoplaran contra los planos duros de su cuerpo. Íntimamente.
Ella emitió una risa nerviosa al ver como los ojos de él se habían oscurecido.


—Si me disculpas, creo que iré en busca del cuarto de baño...

—Es el siguiente cuarto a éste, a la derecha—interrumpió él sin soltarle la barbilla En tu ausencia, sugiero ir a buscar una botella de champán y unas copas y que luego localicemos un sitio más cómodo donde continuar esta conversación ¿te parece?


¿Qué conversación? ¡Estaba segura de que Pedro Alfonso no quería oír más sobre su licenciatura en Arte e Historia o su familia


—¿No deberías volver con tus invitados? —frunció el ceño.

Rió con leve perversidad.

—¿Suena como si me echaran de menos?

La fiesta sonaba más ruidosa y más descontrolada que nunca, lo cual costaba creer, pues varios invitados ya se habían desnudado y arrojado a la piscina antes de que ella fuera en busca de un cuarto de baño. La fiesta daba la impresión de estar fuera de control de un modo que la incomodaba.
Le había parecido divertido cuando Ignacio Davies había invitado a algunos de sus ex compañeros de estudios a la fiesta en Surrey, hogar de Pedro, había representado una oportunidad de mezclarse con los ricos y famosos.



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