viernes, 28 de febrero de 2014

Capitulo 30

La miró con suspicacia.


—¿Y eso qué significa exactamente?


Le dedicó una sonrisa burlona.


—¿Significa que me reservo el derecho a... persuadirte digamos, de cambiar de idea.


¿Sabía que con ese comentario quería decir que se reservaba el derecho a tratar de seducirla para que cambiara de idea siempre que le apeteciera? ¿Podría resistirse a la tentación? Al vivir con Pedro las veinticuatro horas del día ¿sería capaz de no caer bajo el embrujo de su seducción? ¿Tenía alguna elección aparte de intentarlo?

Antes me sorprendiste Pedro afirmó con valor— en el futuro estaré en guardia contra... bueno, contra cualquier intento tuyo de reanudar semejantes atenciones.


Sonó tan seria y tan firme en su resolución, que no pudo más que admirarla.


—No permitiré que haya ningún otro hombre en tu vida Paulale advirtió con seriedad.
—¿Y esa regla también se aplica a ti, soltó?


La miró divertido.


—Mis propios gustos no van en esa dirección en particular...
—¡Sabes muy bien a que me refería! —exclamó exasperada.


El se encogió de hombros.


—No habrá ninguna otra mujer en mi cama que no seas tú, Paula .
¡Yo tampoco estaré en tu cama!


Para Pedro, el hecho de que ella no lo creyera, no significaba que no fuera a ocurrir.


—Has puesto tus propias condiciones para nuestro matrimonio le dijo Ahora quiero exponerte las mías
—¿Tú también tienes condiciones? —inquirió desconcertada.
—Por supuesto sonrió ¿Es que pensaste que iba a dejar que todo fuera como a ti te apetecía?
—¡Obligarme a casarme contigo no encaja en esa categoría! —desdeñó.


El volvió a encogerse de hombros.


—Tienes elección, Paula
—No es viable
—No —reconoció con sencillez. —No obstante, sigue siendo una elección.


Paula suspiró frustrada, sólo quería que esa conversación se acabara de una vez por todas. Estaba cansada, tanto emocional como físicamente, necesitaba tiempo y espacio a solas para sentarse a lamerse las heridas. Para reconciliarse con la idea de que iba a casarse con Pedro Alfonso
Qué diferente habría sido todo si hubiera ocurrido cinco años atrás, que distinta se habría sentido ella si la noche que pasaron juntos hubiera representado el comienzo de algo que hubiera terminado con Pedro pidiéndole que se casara con él.
Pero la proposición de ese momento no era más que una transacción de negocios. Un matrimonio de conveniencia porque los dos deseaban asegurar que al menos, la vida de Toby continuara con felicidad y armonía.

Capitulo 29

—Los intereses comerciales de los Alfonso son internacionales,Paula—le informó. —Yo me encargaré de dirigir la oficina de Londres ¿Tu segunda condición ?
—Toby asistirá a colegios de mi elección.
—Siempre y cuando esa elección incluya Eton y Cambridge, no preveo que eso pueda representar un problema indicó
—¿Eton y Cambridge? —repitió ella con incredulidad.
—Los Alfonso llevan varias generaciones educándose en esas instituciones.


Paula movió la cabeza.


Toby comenzará a asistir a la escuela local a principios de septiembre, después irá como alumno externo a otro colegio.
—Entonces—indicó Pedro sugiero que nos aseguremos de que por entonces estemos viviendo en una casa lo bastante próxima a Eton como para que pueda estudiar allí como alumno externo.


Parecía tan condenadamente seguro que desataba su furia, como si no hubiera tenido ninguna duda de cuál sería la respuesta que recibiría a la proposición de matrimonio. ¿Proposición? Pedro no pedía, ordenaba ¡Era la arrogancia personificada! pero mientras Toby había disfrutado siendo el centro de atención de Pedro y Marcos Alfonso, ella había dedicado el día a considerar sus opciones y no había tardado en percatarse de que se trataban de unas opciones muy limitadas.
Los Alfonso eran una familia rica y poderosa, tanto en los Estados Unidos como en Europa. ¿Qué posibilidades tendría de asegurarse de que Toby y ella salían ilesos de una batalla legal? La respuesta era muy clara. Ninguna. Pero si se veía obligada a aceptar ese matrimonio, entonces estaba decidida a que su opinión contara en algo.


—Tercero siguió —el matrimonio sólo sera nominal lo miró desafiante y la sorprendió que él se pusiera de pie

Pedro movió lentamente la cabeza.


—Estoy seguro de que ya eres consciente de que eso será imposible.


Por la reacción mutua que habían mostrado antes, jamás respondía ante los hombres de ese modo desenfrenado y lascivo. Al menos no lo había hecho jamás hasta que apareció Pedro, tanto cinco años atrás como ese día.
Razón por la que establecía esa última condición para el matrimonio, no imaginaba nada peor que convertirse en esclava del deseo que con tanta facilidad Pedro parecía encender en ella. Incluso en ese momento, sintiéndose enfadada y atrapada, seguía siendo totalmente consciente de él, de cómo le había quitado la camisa para poder tocar su torso cálido y musculoso. Por desgracia, aún recordaba con más nitidez el modo en que Pedro la había tocado, no quería ni podía dejar que las emociones dirigieran su vida, ¡que la gobernara el deseo que Pedro despertaba en ella!

Irguió los hombros


—Sin tu aceptación de esa última condición, ni siquiera tomaré en consideración la idea de que nos casemos.


Pedro la observó y tuvo la certeza de que Paula pensaba en serio que creía en lo que decía. Pero después de cómo habían reaccionado el uno al otro le costaba creerlo o aceptarlo. Ella había cobrado vida en sus brazos, sin barreras ni incontenciones ¿Cómo podía imaginar que podrían vivir juntos un día tras otro, ¡una noche tras otra! y no llevar ese deseo hasta las últimas consecuencias?

Apretó los labios.


—¿Deseas que Toby sea hijo único?


 Se encogió de hombros.


 —De todos modos, iba a serlo.


 La estudió con atención.


 —Eres una mujer hermosa, Paula, si no hubiéramos vuelto a encontrarnos, sin duda algún día te habrías casado y habrías vuelto a tener hijos.
—No —respondió con certeza. —Hace tiempo que decidí que jamás sometería a Toby a un padrastro que podía o no aceptarlo como hijo propio —explicó ante un Pedro ceñudo.

La simple idea de que Toby o Paula pertenecieran alguna vez a otro hombre lo llenó de una furia incontrolable. Toby era suyo. ¡Y Paula también!

 Cerró las manos a los costados.


 —Acepto tu última condición, Paula...
—Pensé que lo harías —repitió con tono seco las palabras que él había pronunciado antes.
—Como tú Paula, no he terminado replicó Pedro—Acepto tu última condición siempre que pueda quedar anulada por ti en cualquier momento...


Capitulo 28

—¿Te veré por la mañana, papi?


Paula sintió un nudo en la garganta mientras esperaba la respuesta de Pedro,mientras se hallaba al pie de la cama de su hijo y los observaba. Toby estaba arropado y él sentado junto al pequeño.
A medida que el día había avanzado con un recorrido de los viñedos Alfonso y el almuerzo en la terraza de la magnífica villa, para luego cenar en una maravillosa marisquería en Pier 39, le resultó imposible negarse a sí misma que Pedro era maravilloso con Toby, que ya lo quería con la misma intensidad que ella misma...

¡Y que ese cariño era reciproco!

Mirándolos en ese momento tan parecidos físicamente no pudo evitar llegar a la conclusión de que libraba una batalla que ya tenía perdida. Que tratar de oponerse a ese Pedro más duro y arrogante era una pérdida de tiempo y un desgaste emocional.

El la miró con ojos inescrutables.


—Creo que eso depende de mama ¿no te parece? —murmuró.
—¿Mami? —instó Toby ansioso.


Paula respiró hondo antes de contestar.


—Ya veremos —repuso sin comprometerse a nada.
—Por lo general, eso significa que sí —le susurró Toby a Pedro con tono de conspiración.
—¿Sí? — Pedro la miró burlonamente.
—Significa que ya veremos —insistió ella —Y ya es hora de que te duermas, jovencito —le dijo a su hijo mientras se acercaba Pedr... Papá y yo estaremos en la habitación contigua si nos necesitas Toby —le aseguró antes de inclinarse para darle un beso.


 El pequeño le rodeó el cuello y la abrazó.


—Ha sido un día precioso, ¿verdad, mami?


Paula sintió una gran emoción al mirar la carita radiante y feliz de su hijo ¿Podía poner en peligro esa felicidad sometiéndolo al trauma que causaría la batalla legal con Pedro? ¿Podía poner a Toby en una posición en la que casi sería forzado a elegir entre la madre con la que había vivido toda su joven vida o el padre al que acababa de conocer? ¿Podía hacerle eso?

Supo que la respuesta a todas esas preguntas era NO...


—Precioso —le confirmó a su hijo con júbilo antes volver a besarlo. Te veré por la mañana cariño revolvió el pelo y se aparto de la cama.
—Duerme bien pequeño —le deseó Pedro después de abrazarlo.
—¿Prometes venir por la mañana? —los ojos de Toby estaban ansiosos.


Pedro dudó de que el pequeño hubiera oído el gemido de su madre pero él si lo había oído.


—Vendré por la mañana —le aseguró. Sin importar lo que hiciera falta, pretendía estar en la vida de Toby cada mañana.


 —¿No te molesta que no quiera casarme contigo? —preguntó ella cuando regresaron al salón.


Debería y lo hacía pero Pedro sabía por la reacción anterior de Paula aquel mismo día que al menos en un plano si deseaba estar con él. No le cabía duda de que otros matrimonios habían empezado con menos.

—No especialmente —descartó con brevedad.


Ella lo miró furiosa unos momentos más antes de emitir un suspiro de derrota.


—De acuerdo Pedro, acepto casarme contigo.

—Pensé que lo harías —murmuró él al ir a sentarse en uno de los sillones.
—¿Me permites terminar? —enarcó unas cejas inexpresivas de pie en el otro extremo de la sala.


Desde luego se reclinó, relajado. Había ganado la primera batalla, y esperaba que la más difícil, de modo que podía permitirse ser elegante en la victoria.


—Gracias—reconoció con ironía —Aceptaré casarme contigo repitió antes de continuar con más firmeza pero sólo con algunas condiciones.


La estudió, y por la expresión de ella supo que esas condiciones no le iban a gustar.


—¿Cuáles?
—Primero, si nos casamos, me gustaría seguir viviendo en Inglaterra.

Estoy seguro de que eso se puede arreglar.



Ya había considerado ese problema cuando decidió que el matrimonio con Paula era la única solución para el bienestar de Toby. Sería sencillo poner a alguien a cargo de los viñedos de San Francisco, que visitaría de vez en cuando para comprobar que todo marchara bien.

lunes, 24 de febrero de 2014

Capitulo 27

Respiró hondo antes de abrir los ojos y mirarlo indignada. A través de la camisa aún abierta pudo ver el fino patrón de cicatrices que rompía la suavidad de esa piel cetrina, con el pelo revuelto, parecía un pirata. Desde luego, tan atractivo que perturbaba su tranquilidad.


Enarcó las cejas con gesto burlón.


 —Estoy segura de que para mí ha pasado mucho más tiempo que la última vez que tú tuviste a una mujer


Pedro siguió mirándola en silencio durante unos segundos tensos, luego esbozó una sonrisa sin humor.


—No todas las mujeres son tan... comprensivas acerca de la imperfección física como pareces serlo tú —comentó con tono cortante.


Paula no podía creérselo. Si Pedro fuera un poco más perfecto, la tendría babeando


—Creo que lo que acaba de suceder ha demostrado que no faltaría gratificación física en nuestro matrimonio añadió él con perversión.


Paula apretó los labios.


—No vamos a casarnos—repitió con firmeza.


El se mostró impasible ante su vehemencia.


—Oh, creo que sí.
—¿En serio? —frunció el ceño, en absoluto contenta con la seguridad que mostraba el tono de Pedro.
—En serio —corroboró—Estoy seguro de que debes ser consciente de los beneficios que semejante matrimonio...
—Si te refieres a lo que acaba de suceder entre nosotros, ¡olvídalo! —exclamó airadaPuedo encontrar esa clase de «beneficios» con cualquier hombre.
—No habrá ningún otro hombre en tu vida en cuanto nos casemos, Paula —apretó los labios. —Ahora que sé cual sera tu reacción, nos casaremos en el sentido más completo del término. Al ser hijo único, espero que sea un matrimonio que nos permita tener más hijos, muchos hermanos para Toby.


Quedó momentáneamente desconcertada por esa afirmación. Luego movió la cabeza con énfasis.


—No puedo imaginar que desees pasar el resto de tu vida en compañía de una mujer que no te ama.
—Como tampoco a ti te gustaría estar casada con un hombre al que no amaras —reconoció —Pero la alternativa es mas apetecible que una larga, y sin duda pública, batalla legal por la custodia de Toby —expuso con tono sombrío.


Paula se quedó boquiabierta cuando su mayor temor se convirtió en una posibilidad.


—¿Le harías eso a Toby?


Pedro se encogió de hombros.


—Si no me dejas otra alternativa, sí.


Lo miró y la expresión implacable le reveló que hablaba en serio.


Respiró hondo.


—De acuerdo Pedro, pensaré en casarme contigo.
—Con pensarlo no basta, Paula —corto— y menos cuando sospecho que quieres retrasar lo inevitable con el fin de que Toby y tú puedan volver a Inglaterra mañana, tal como tenías planeado en un principio, ¿no?


¡Era exactamente lo que había pensado!

Se mordió el labio inferior.


—No creo que sea inevitable que nos casemos...
—Lamento discrepar. Quiero tu respuesta antes de que te marches hoy de aquí.
—La recibirás cuando esté preparada para dártela —exclamó exasperada.


Aunque tenía la impresión de que ya sabía cuál sería la respuesta....

Capitulo 26

Se humedeció los labios de pronto resecos.


—La atracción física tampoco es base para un matrimonio —incluso al escuchar sus propias palabras, se dio cuenta de que carecían de fuerza.
—Pero estarás de acuerdo en que es un comienzo, ¿no? —murmuró él con voz ronca y una profunda satisfacción en el fondo de sus ojos.


Apenas podía respirar bajo esa mirada que le permitía ver la calidez que ardía en sus profundidades, luego se acercó para que fuera consciente de la dura presión de su erección contra ella al tiempo que bajaba la cabeza con la obvia intención de reclamar su boca...
Cuando éstas se pegaron fue como un dique estallando, Paula metió los dedos en el pelo castaño y tupido de Pedro mientras los cuerpos exigían la máxima proximidad del otro.
El beso se ahondó con pasión y se descontroló cuando la lengua de él la provocó para que lo reclamara tal como él estaba haciendo. Paula ansiaba tanto eso... El doloroso vacío que acechaba en su interior se llenó por completo cuando Pedro le abrió la blusa y le sostuvo un pecho al tiempo que movía la yema del dedo pulgar sobre el pezón para excitarla aún más.
Estuvo a punto de arrancarle la camisa cuando tuvo que satisfacer su propia necesidad de tocarle la piel. Los músculos duros, la suavidad del vello que le cubría el torso, con los dedos le acarició las líneas de las cicatrices dejadas por el accidente cinco años atrás y él respondió a esas caricias con un gemido ronco. No ofreció resistencia cuando Pedro le soltó el sujetador y le liberó los senos para acariciárselos, jadeó cuando él quebró el beso y posó los labios en un pezón duro, ejerciendo una succión ardiente y húmeda con la lengua mientras con la mano le acariciaba el otro pecho.
El palpitar entre los muslos de Paula se encendió y lubricó, convirtiéndose en un vacío que necesitaba ser llenado con la erección de Pedro, que palpitó con la misma necesidad mientras comenzaba a frotarse contra él. No le ofreció resistencia cuando le coronó el trasero con las manos y la alzó hasta dejarla sentada en el escritorio, separándole las piernas con el fin de poder situarse entre ellas, con la erección centrada en ese momento en su sensibilizado núcleo. Gimió con satisfacción cuando la tumbó sobre la mesa con el fin de succionarle los pechos desnudos con el mismo ritmo encendido con el que movía la erección contra sus muslos. Su respiración se hizo entrecortada a medida que su liberación comenzaba a arder, a explotar llevándola hasta el límite de la cordura.

En la puerta del estudio sonó una llamada leve antes de que Marcos les informara:

—Toby y yo estaremos en el jardín cuando hayan terminado de hablar.


Pedro se había apartado con brusquedad de ella en el instante en que oyó la llamada y apretó los labios al ver la expresión horrorizada de Paula antes de que se incorporara del escritorio, le diera la espalda y se arreglara la ropa.

—Paula y yo nos reuniremos pronto con ustedes —le respondió distraído a su padre al tiempo que se abrochaba la camisa.
—No hay prisa le aseguró el hombre mayor antes de alejarse por el pasillo.


Pedro miró ceñudo la espalda de Paula mientras intentaba sin éxito volver a abrocharse el sujetador con dedos demasiado temblorosos.



—Déjame—soltó antes de acercarse y abrochárselo.
—Gracias —dijo con rigidez, sin girar mientras se abotonaba la blusa ¡No... no sé qué decir! Eso ha sido... No sé qué ha pasado.
—Oh creo que eres bien consciente de lo que ha estado a punto de pasar Paula —comento—Me satisface que no mintieras acerca de mis cicatrices añadió con voz ronca.


Ella no había mentido acerca de sus cicatrices externas, pero las internas eran otra cosa.


Movió la cabeza.


—Por lo general no me comporto de esa manera.
—Quizá ha pasado tiempo desde la última vez que estuviste con un hombre —señaló él con tono seco.

Paula se volvió y lo miró con ojos centelleantes ¿Qué clase de mujer pensaba que era? ¡La clase de mujer que casi dejaba que le hicieran el amor sobre la superficie de un escritorio! ¡La clase de mujer que había estado a punto de romper la camisa de Pedro en su necesidad de tocarlo!
Cerró los ojos disgustada consigo misma mientras intentaba recuperarse, desde luego no era esa clase de mujer, seguro que Pedro no le creería aunque se lo dijera... y era algo que no pensaba hacer, ya la humillaba bastante saber lo fuera de lugar que había sido su comportamiento como para contarle que no había habido un hombre en su vida desde aquella noche que había pasado con él hacía cinco años.

Durante nueve meses había estado embarazada, y el nacimiento de su hijo había centrado toda su atención en él. No había querido añadir más confusión a esa vida nueva.

Capitulo 25

—¡Ignorarme no hará que desaparezca, Paula! —indicó con exasperación.


Ella se volvió con sonrisa pesarosa.


—¡Ojala fuera así!


La miro con frialdad


—Durante los últimos cinco años has hecho todo a tu manera.
—¿A qué te refieres con todo? —replicó con sequedad y el cuerpo tenso—Tenía veintiún años entonces,Pedro. Sólo veintiuno —recalcó —en ese momento no figuraba en mis planes inmediatos tener un bebé, y menos de un padre que ni siquiera vivía en el mismo país que yo cuando nació el pequeño.
—No sirve para nada enfadarse, Paula...
—¡A mi si me sirve! —contradijo con vehemencia—Has dejado claro que desapruebas mis actos de hace cinco años, así que intento explicarte que hice lo que consideré lo mejor.
—¿Para quién? —se reclinó en el sillón y la observó con atención.
—¡Para todo el mundo!


Pedro apretó la mandíbula.


—¿De qué modo es bueno para Toby no haber sido consciente de la existencia de su padre o de la familia de este? ¿osea que era mejor para el que no disfrutara de las comodidades que le podría haber aportado ser un Alfonso?
—A Toby no le ha faltado nada.
—¡Le ha faltado un padre! —espetó con voz gélida.


Su acusación era indiscutible. Paula respiró hondo para serenarse, sabía muy bien que convertir esa conversación en una disputa airada no arreglaría nada de lo que se interponía entre Pedro y ella.


—Te aseguro que mis padres han sido maravillosos—explicó-Micaela y Gonzalo también. Y en cuanto pude trabajar, me cercioré de que a Toby no le faltara de nada.
—¿En qué has estado trabajando? —inquirió él.


Paula hizo una mueca.


—En cuanto descubrí que estaba embarazada, me sentí perdida acerca del trabajo que podría desempeñar. Pero había escrito mi tesis universitaria sobre la vida de Leonardo da Vinci. Mi tutor pensó que era lo bastante buena como para que se publicara, de modo que durante los meses del embarazo me puse en contacto con una editorial para ver si le interesaba. Con mucho trabajo y cincuenta mil palabras más, la aceptaron, tuve suerte de que su publicación coincidiera con una novela sobre un tema similar que entonces alcanzó gran popularidad —se encogió de hombros—En los últimos tres años he tenido dos libros en la lista de los best-sellers de no ficción —añadió con humildad.


Pedro comprendió entonces de dónde procedía la seguridad y ese aire de serena satisfacción que emanaban de Paula. A pesar de su inesperado embarazo y de la dificultad implícita en ser madre soltera, había logrado alcanzar el éxito en lo que había elegido estudiar.


—Eso es... admirable.
—¿Pero inesperado,no?


EI no pudo negar que la evidente independencia económica de Paula era algo con lo que no había contado al contemplar una solución al problema al que se enfrentaban en ese momento.

Aunque tal vez debería haberlo hecho.


—Quizá—concedió tras una pausa. —Pero en última instancia no cambia nada.


Paula frunció el ceño, desconcertada.


—Lo siento... no entiendo.
—Toby es mi hijo...
—Creo que ya he reconocido ese hecho —espetó.


El la miro con expresión burlona.


—Es innegable ¿verdad? —murmuró con satisfacción. El parecido que tenía con su padre y con él era tan evidente que había hecho que su padre se desmayara, apretó los labios. —La única solución es que nos casemos lo antes posible.
—¡No! protestó ella horrorizada. No,Pedro—repitió con expresión decidida—no tengo ninguna intención de casarme contigo ni ahora ni en el futuro.


La sugerencia de matrimonio de Pedro la había dejado completamente atónita ¿Sugerencia? No había sugerido nada... ¡lo había expuesto como algo inmutable!
Cinco años atrás ella había considerado todas las opciones, incluida la de ir a contarle su embarazo a pesar de la complicación que representaban los sentimientos de Pedro por Samantha. Uno de los beneficios sin duda habría sido el ofrecimiento de ayuda económica por parte de él y lo había rechazado por principios, no le importaba lo dura que tuviera que ser su lucha para arreglárselas por su cuenta y no quería deberle nada a Pedro Alfonso, que hubiera pensado en casarse con ella por el bien del bebé había sido una opción menos factible, teniendo en cuenta que la suya solo había sido la aventura de una noche, y que había rechazado incluso con más vehemencia que la idea de la ayuda económica que pudiera darle.

No quería casarse con alguien por el único hecho haber tenido un hijo.


—¿No quieres casarte conmigo porque mentiste al decir que mis cicatrices no te repugnaban? —soltó Pedro con aspereza y ojos entrecerrados.


Paula movió la cabeza.


—No me repugnan en absoluto —insistió con serenidad.
—La mayoría de las mujeres no dirían lo mismo—expuso con frialdad.
—Pues yo no soy la «mayoría de las mujeres» —espetó furiosa—Pedro, reconoce a Toby como tu hijo, pero por favor, a mi déjame fuera de la ecuación—suplicó.
—Eso podría resultar algo complicado siendo tú la madre de Toby.


Ella movió la cabeza.


—Estoy segura de que podremos establecer unas visitas... —calló al ver que Pedro se ponía súbitamente de pie.
—¿Eso es lo que quieres para Toby? —soltó.— quieres que se convierta en un simple fardo que pasa de uno a otro de sus padres?
—No tiene que ser así —protestó ella.
—Si no nos casamos será exactamente así —insistió él con impaciencia.


Paula tragó saliva.


—¿Crees que a Toby le irá mejor siendo el único eslabón entre dos personas que no se aman pero que están casadas?.
Has dicho que mis cicatrices más obvias no te resultan... inaceptables se acercó lo suficiente como para ver el leve rubor que apareció en sus mejillas y la rápida subida y bajada de sus pechos bajo la blusa color crema.
—Y así es —frunció el ceño—Pero eso no significa que me guste la idea de casarme contigo


No era capaz de pensar con claridad con Pedro tan cerca, no podía concentrarse en nada salvo en el calor de su mirada oscura recorriéndole lentamente el cuerpo hasta detenerse en los pechos turgentes, que respondieron con una percepción hormigueante y cuyos pezones se mostraron repentinamente duros contra la tela suave del sujetador y la blusa. Un impulso cálido y palpitante entre los muslos hizo que se moviera incómoda

Capitulo 24

—No creo que nos quede nada por hablar Pedro indicó con firmeza


El rió brevemente sin humor.


—Aún no hemos empezado a hacerlo, Paula.


El padre de él los esperaba en el invernadero. Pedro supo que un entorno tan informal era lo que se necesitaba para lograr que un niño de cuatro años se relajara, la voz ronca de Marcos delató sus sentimientos cuando Toby se reunió con él y le permitió al pequeño regar las orquídeas.


—Estoy descuidando a tu madre, Toby —se disculpó el hombre mayor minutos después, irguiéndose—Puedes seguir regando las plantas si así lo deseas o puedes venir a sentarte con nosotros mientras tu madre y yo charlamos.


Sabía perfectamente cuál sería la elección de su hijo, como la mayoría de niños pequeños, no mostraba ningún interés en las conversaciones de los adultos.


—Paula —la voz de Marcos sonó profunda por la emoción al cruzar el invernadero hacia donde estaba sentada en una de las sillas de mimbre allí dispuestas.Le tomó la mano y la acercó a los labios mientras ella se incorporaba. —Gracias por traer a Toby para que me viera —le dijo con ojos algo húmedos.


Paula sintió un nudo en la garganta al observar al padre de Pedro, incapaz de discernir si en la mirada directa de ojos castaños había algún reproche; ella sólo veía la humedad de las lágrimas que no intenta ocultarle. Fue muy consciente de la presencia silenciosa y amenazadora de Pedro de pie a su lado.


—Yo... —se humedeció los labios nerviosa—la verdad es que no sé qué decir —tartamudeó, consciente del comentario tan inapropiado pero tan cierto.
Pedro ya me ha explicado todo lo que había que explicar —el hombre mayor le sonrió con gesto tranquilizador. Lo único que de verdad importa es que Toby y tú estén aquí ahora.


Paula aparte de sentir la carga pesada de la culpa ante la completa aceptación por parte de Marcos de la situación que la noche anterior le había provocado un desmayo, también se preguntó que le habría explicado exactamente Pedro.


—Es muy amable le dijo al hombre mayor mientras le apretaba la mano antes de soltarla.
—Es evidente que Paula y yo aun tenemos mucho que hablar papá—intervino de repente Pedro —Si Toby y tú nos disculpan durante unos minutos...


La sugerencia provocó en Paula una súbita sensación de pánico, insegura de si se hallaba preparada para otro enfrentamiento con él en ese instante. No había dormido mucho durante la noche anterior y la mañana ya había sido muy traumática con la conversación familiar, seguida de la llegada de Pedro al hotel y de la explicación que le habían ofrecido a Toby por no mencionar la reunión en ese momento con Marcos Alfonso, pero un simple vistazo a la sombría determinación de la expresión de Pedro bastó para indicarle que no tenía elección en el asunto.


—¿Toby? llamó para captar la atención de su hijo que seguía regando las plantas —¿Estarás bien mientras yo mantengo una pequeña charla con tu padre? —no le resultó nada fácil decirlo en voz alta.

—Sí —el pequeño le sonrió feliz y despreocupado.


En ese momento Paula deseó que su hijo no fuera tan sociable, era evidente que no iba a ofrecerle ninguna ayuda para evitar el enfrentamiento con Pedro, sabía que para el pequeño ésa era una gran aventura y no tenía ninguna idea de las tensiones subyacentes que provocaba hallarse ante su padre y su abuelo... ni de las posibles repercusiones
Paula quería asegurarse de que siguiera siendo así...


—Estoy seguro de que Toby y yo la pasaremos bien juntos  Paula—le aseguró Marcos


Le dedicó una sonrisa de agradecimiento,que se desvaneció en cuanto Pedro dio un paso atrás de cortesía para dejar que lo precediera hacia la casa principal,aunque no creyó que esa cortesía continuara cuando se hallaran completamente a solas.
Él se adelantó para abrirle la puerta que había en un extremo del pasillo antes de apartarse con el fin de permitirle que entrara, era una habitación con paredes alineadas con libros, consternada, notó que se parecía mucho al estudio del hogar de los Alfonso en Surrey, donde Pedro y ella se conocieron. También él fue consciente de la ironía del entorno mientras cerraba la puerta antes de ir a sentarse detrás del escritorio, la miró con ojos entrecerrados al ver que ella elegía no sentarse en el sillón que había delante de la mesa sino que se dirigía hasta el enorme ventanal y le daba la espalda. Ese día se había recogido el cabello y el cuello expuesto parecía frágil en su delgadez, lucía una blusa de color crema y unos pantalones negros ceñidos.
Parecía pequeña, delicada, pero Pedro sabía que la apariencia era engañosa, Paula Chaves era más que capaz de defenderse a sí misma y a Toby si surgiera la necesidad...

miércoles, 19 de febrero de 2014

Capitulo 23

—¿El abuelo vive en una de las casas grandes?
—Desde luego que si Toby respondió Pedro

Paula nunca dejaba de estar asombrada por la flexibilidad de los niños y la de su propio hijo en particular. Después de estar sin dormir debatiendo como decirle que Pedro Alfonso era su padre y Marcos Alfonso su abuelo, se había quedado totalmente sorprendida por la naturalidad con que Toby lo había aceptado.
Su timidez inicial al presentarle a su padre se había transformado en entusiasmo al subir a la parte de atrás del descapotable deportivo de Pedro para ir hasta la casa donde su abuelo esperaba ansioso para conocerlo después de que esa mañana le hubieran dado el alta del hospital. Las emociones de ella eran mucho menos simples mientras miraba el paisaje sin captar nada de la belleza del Océano Pacífico en la distancia, su vida y por consiguiente la de Toby se hallaba en Inglaterra. En el pequeño pueblo donde en cuanto dispuso de medios económicos había comprado una casita donde vivir ambos después de permanecer con sus padres los dos primeros años de la existencia de su hijo.
Le gustaba vivir en un pueblo y también a Toby quien en septiembre debía empezar a asistir a la escuela local, esa situación con Pedro sumada a las amenazas veladas que le había lanzado la noche anterior, hacía que se preguntara cuando podría esperar volver a aquella vida.
Pero esa mañana las gafas de sol que él llevaba le impidieron leer sus ojos, cuando llegó al hotel a buscarlos se mostró animado por Toby y con una cortesía tensa hacia ella, era evidente que aún estaba enfadado.
Una furia que probablemente siempre sentiría por negarle el conocimiento de la existencia de su hijo y los primeros cinco años de vida de este...


—Hemos llegado Toby —le dijo a su hijo al tomar el sendero de la casa y esperar que las puertas electrónicamente operadas se abrieran para poder conducirlos hasta la entrada.


Incluso doce horas después a Pedro le costaba creer que tenía un hijo. Un niño brillante, feliz y natural que había tomado la noticia de que él era su padre de una manera mucho más pragmática que la mostrada por él al enterarse que tenía un hijo. Miró a Paula escondido detrás de los cristales oscuros de las gafas de sol y notó la palidez de sus mejillas y las líneas de tensión alrededor de la boca y los ojos.

¡Se lo merecía!

Las afirmaciones que hubiera hecho Samantha Childe cinco años atrás no cambiaban el hecho de que Paula ni siquiera hubiera intentado informarle de que había quedado embarazada.

—¿Toda tu familia está al corriente ahora de la identidad del padre de Toby?


A Paula le agradó llevar gafas de sol para ocultar las lágrimas súbitas que se habían acumulado en sus ojos al recordar el desayuno que antes había compartido con sus padres y hermanos.
Sus padres no pronunciaron ninguna palabra de rechazo o desaprobación sólo tuvo su gentil comprensión mientras ella les explicaba la situación de cinco años atrás, y al quedarse a solas, su hermana Micaela sólo había querido detalles de aquella noche, detalles que desde luego no le proporcionó.


—Sí —confirmó con voz ronca.


Pedro asintió satisfecho mientras aceleraba el deportivo negro hasta la casa que era tan imponente como Paula habría esperado de esa zona tan prestigiosa de San Francisco. Era grande y con gabletes, mostraba un ligero estilo Victoriano con su estructura de ladrillos vistos y los marcos blancos alrededor de las ventanas de cristales tintados.


—¿Estás seguro de que esta visita no va a hacer que tu padre recaiga? —Paula se detuvo en el sendero de gravilla en cuanto todos bajaron del coche.


Pedro había dejado las gafas en el coche y la miró con expresión burlona.


—Todo lo contrario.


Paula lo miró desconcertada por el comentario críptico.


—¿Disculpa?


El apretó los labios.


—Luego, Paula —cortó con sequedad. Tú y yo vamos a volver a hablar luego.


No le gustó el sonido de ese comentario, y empezaba a desagradarle el modo en que la llamaba «Paula» de ese modo tan frío y despectivo.



Les dejo una maraton (: espero que les haya gustado

Capitulo 22

Sintió los hombros rígidos por la tensión.


—Primero, deja que te exponga que me molesta mucho que recurras al chantaje emocional con el fin de lograr que haga lo que quieres...
—¿Preferirías que recurriera a los tribunales? —desafió con desdén.


Ella tragó saliva.


Eso llevaría meses, y por ese entonces me encontraría a salvo en Inglaterra.
—Haré que mis abogados soliciten una orden judicial inmediata que impida que Toby o tú puedan abandonar éste país —le advirtió Soy un Alfonso, Paula—Le recordó.
—Segundo —continuó ella, reanudando la conversación anterior a pesar del hecho de que me desagradan tus métodos soy perfectamente consciente de los derechos de tu padre como abuelo de Toby...
—¡Pero no de los míos como padre! —estaba tan furioso que su cuerpo se le puso rígido por la emoción contenida.


Lo miró con tristeza sabiendo que la conversación que mantenían sólo lograba ampliar la distancia existente entre ellos.
Al ver a Pedro el día anterior había sabido que no era el mismo hombre con el que tan atraída se había sentido cinco años antes como para olvidar o dejar de lado todo vestigio de cautela con el fin de pasar la noche en sus brazos.El Pedro que tenía delante de ella mostraba cicatrices tanto por dentro como por fuera, y la frialdad de su furia acerca de que le hubiera ocultado la existencia de Toby resultaba peor que cualquier acusación.

Suspiro.


—¿Has dicho a las diez?


La observó con los ojos entrecerrados en busca de alguna señal de engaño pero no pudo ver ninguna. Sólo la aceptación cansada de una situación que no podía hacer nada para cambiar.

Relajó un poco la tensión en sus hombros.


—Primero nos sentaremos juntos con Toby y le explicaremos la relación que mi padre y yo tenemos con él.
—¿No es un poco prematuro? —protesto ella.
—¡En mi opinión es casi cinco años tarde! espetó Pedro.
—Solo servirá para que se sienta más confuso al no tener tú un papel activo en su vida...


Otra risa desdeñosa corto la protesta.


—¿De verdad crees que eso va a continuar?


Paula lo miró y no albergó ninguna duda de que su intención era mantener en el futuro un papel muy activo en la vida de Toby y no tenía idea de donde la dejaba eso a ella.

Capitulo 21

—No fui yo quien sugirió eso, Pedro.Fuiste tú.


Soltó un bufido.


—Era imposible no hacerlo teniendo en cuenta lo que dijo Samantha después del accidente—gruñó él—El interrogatorio oficial demostró mi inocencia pero quizá tú prefieres pensar que soy responsable del accidente que causó la muerte de dos hombres en vez de aceptar mi palabra sobre lo sucedido aquel día.

Paula sintió que palidecía al mirarlo. No, claro que no prefería pensar que Pedro había causado adrede el accidente que había matado a otros dos hombres. ¡No lo creía!El podía ser culpable de muchas cosas, pero bajo ningún concepto lo consideraba culpable de eso.

La miró con frialdad.


-No causé el accidente, Paula—repitió con firmeza.—Eso sólo fue la acusación histérica de una mujer que se aprovechó del hecho de que permanecí inconsciente varios días y por ende, fui incapaz de negar dichas acusaciones.

Y tampoco esa acusación había sido la causa por la que Paula no se había esforzado en contactar con Pedro después del accidente... ¿Cómo habría podido presentarse en el hospital y solicitar que se le permitiera verlo cuando sólo habían pasado una noche juntos?
Si Pedro hubiera querido volver a verla, había razonado en ella en su momento, entonces la llamaría como había dicho que haría, hasta que no decidiera eso, si es que elegía hacerlo, no le quedaría más remedio que continuar con su vida de la mejor manera posible. El embarazo era algo que no había tomado en consideración cuando tomó esa decisión.
Semanas más tarde, después de que se confirmara éste, se había visto obligada a adoptar decisiones, tanto para sí misma como para su bebé, que Pedro no la llamara había reforzado su sospecha de que no quería saber nada de ellos o en caso contrario, que tenía el poder de arrebatarle a su hijo. Algo que no iba a dejar que sucediera, y ya era demasiado tarde para explicarle o revertir algunas de esas elecciones...


Pedro estudió su rostro expresivo, pero las emociones que pasaron por él fueron demasiado fugaces para poder discernirlas.


Yo no causé el accidente, Paula pero eso no significa que no haya llevado conmigo la culpabilidad por las muertes de Paulo y Jason cada día desde entonces.
—Pero ¿por qué? —preguntó desconcertada

Pedro se volvió para observar por la ventana el horizonte de San Francisco. ¿Cómo podría explicarle alguna vez como se había sentido al despertar cinco años atrás y descubrir las muertes de Paulo Descari y Jason Miller y enterarse de las acusaciones histéricas de Samantha? y a eso se había sumado la absoluta desesperación e impotencia que había sentido ante sus propias lesiones y heridas ante la posibilidad de que tal vez jamás volviera a caminar.
Lo peor de todo, incluso peor que las muertes de Paulo y Jason y del engaño de Samantha había sido saber que la noche que habían pasado juntos había significado tan poco para Paula.

¡No!

Se negó a volver por ese camino. Llevaba casi cinco años sin pensar en el abandono de ella, no podía hacerlo en ese momento. Pensaría únicamente en Toby, en su hijo y en la segunda traición de Paula.

Volvió a mirarla, y su expresión fue implacable.


—Toby es lo único que importa ahora le dijo con frialdad. Mañana volveré a las diez, momento en el que Toby y tú esten preparados para acompañarme.
—No pienso ir a ninguna parte contigo Pedro y tampoco Toby —cortó de inmediato.
—Momento —repitió con tono aún más gélido, si era posible —en el que Toby y tú estén preparados para acompañarme a visitar a mi padre. El abuelo del pequeño—añadió con dureza.

La segunda negativa que iba a plantear Paula murió en sus labios. Antes había hablado con su madre o más bien, su madre había hablado con ella.Una conversación en la que su madre le había asegurado que la relación entre Pedro y ella era asunto exclusivo de ambos y sólo ellos dos debían solucionar,sin embargo y hablando cómo abuela, había añadido que sentía pena que Marcos hubiera tenido que enterarse así de que tenía un nieto. Era evidente que dicho conocimiento había resultado tan emocionalmente intenso como provocar el desmayo, un hecho irrefutable contra el cual no tenía de defensa.

Ni antes ni en ese momento.

Capitulo 20

Movió la cabeza con firmeza.

—No creo que sea una buena idea.


La risa desdeñosa de él la cortó en seco.

—Cualquier consideración que hubiera podido tener por tus deseos murió al descubrir que durante casi cinco años me has ocultado la existencia de mi hijo.



¡Tenía un hijo!

Todavía le resultaba increíble que semejante personita existiera, que hubiera un niño con el pelo revuelto en el dormitorio contiguo con sus ojos, su pelo y un pequeño hoyuelo en el centro de su mentón.Después de que se le negara dicho conocimiento durante cinco años no tenía ninguna intención de que eso continuara un minuto más.

—¿Donde está Paula? —insistió, y la mirada de pánico que ella dirigió a la derecha del salón hizo que avanzara hacia allí con determinación.
—¿Adónde vas?

Pedro soslayó la protesta y con suavidad abrió la puerta reconociendo al niño que dormía en la primera como Gonzalo, antes de centrar su atención en el más pequeño que ocupaba la segunda.
Contuvo el aliento al mirar al pequeño, con melancolía reconoció que era guapo.

¡Y ese niño tan guapo era de su sangre!

Paula solo pudo ser testigo impotente cuando Pedro se arrodilló junto a la cama de Toby, y la protesta jamás salió de sus labios al ver como el alargaba una mano para acariciar la mejilla del pequeño con tanta gentileza y ternura que Toby ni se inmutó.
Sintió que el corazón se le partía al ver la oleada de amor que suavizó las duras facciones de Pedro, el fulgor de ese amor en la mirada sombría mientras seguía contemplando maravillado a su hijo.Y sin ninguna duda supo que se habían acabado los años de compartir a Toby sólo con su familia...

—Necesito una copa—dijo Pedro un rato más tarde, después de haber abandonado a regañadientes la cama de su hijo y regresar al salón.


Sin esperar la respuesta de Paula fue directamente al mini-bar para servirse una botellita de Whisky y bebérsela de un trago.


—Y bien, Paula —la miró, —¿qué sugieres que hagamos en esta situación?
—¿Que situación? —cuestionó ella a la defensiva.


Pedro la observó con parpados entornados, había hecho el amor con esa mujer hacia unos cinco años. El resultado de ese acto había sido un hijo cuya existencia ella le había ocultado a propósito. Sólo por eso no merecía misericordia.

Apretó los labios.


—La situación de Toby, sin importar que tu hayas decidido lo contrario, merece conocer a su padre y no únicamente a su madre.


Ella mantuvo la postura defensiva.


—Como ya te he explicado...
—Por lo que me has dicho abandoné mi derecho a conocer a mi hijo porque tú creías que sólo me acosté contigo por celos y despecho por la relación que mi ex novia mantenía con Paulo Descari repitió con frialdad la acusación que ella le había expuesto. Ni los celos ni el despecho formaron parte de mis emociones aquella noche Paulaañadió con sequedad —y desde luego tampoco las sentía cuando tuve el accidente al día siguiente.



Paula humedeció los labios de pronto resecos al percibir en él la violencia controlada.

Capitulo 19

El apretó los labios.

—Salió en todos los medios de comunicación que por aquel entonces me encontraba en Italia en los viñedos Alfonso recuperándome de las heridas sufridas en el accidente de auto.

Los ojos de Paula centellearon.

—Y sin duda crees que te iba a seguir hasta allí a contarte la noticia
—¡No tenias derecho a mantenerme oculta la existencia de mi hijo! —un nervio palpitó en su mandíbula tensa.


Ella movió la cabeza


—¡Renunciaste a todo derecho a saber nada de mí al no llamarme como prometiste! ¡Solo te acostaste conmigo aquella noche por despecho debido a la relación que mantenía tu novia con Paulo Descari!

La cara de Pedro se ensombreció peligrosamente.

—Yo...
—¿Podrían guardar sus discusiones para después? —Gustavo había abierto la puerta del cuarto donde Marcos estaba tumbado en uno de los sofás—Creo que tu padre solo ha sufrido una severa conmoción y no otro ataque al corazón, pero para asegurarnos me gustaría trasladarlo al hospital y someterlo a un chequeo completo.
—¿Papá? —Paula miró a su padre con expresión de incertidumbre


El la tranquilizó con una sonrisa.

—Está bien, Paula—comentó con gentileza—Por el momento, concentrémonos en llevar al señor Alfonso al hospital, ¿de acuerdo?


Paula no necesitó que su padre le explicara con claridad que había adivinado la relación de Toby los dos hombres Alfonso. ¿Qué pensaría su padre de ella?
Más aun ¿qué pensaría del hecho de que Pedro Alfonso, de todos los hombres posibles fuera el padre de su nieto?


—Me gustaría ver a mi hijo.


Paula se había quedado en el hotel para acostar a Toby cuando Pedro y su padre habían acompañado a Marcos al hospital pero ella ni siquiera había intentado acostarse. Había estado segura de que Pedro regresaría en cuanto tuviera la certeza de que su padre se había recuperado. Eran casi las dos de la mañana y aún así llevaba esperando la llamada a la puerta del salón que conectaba la habitación que compartía con Micaela y la que compartía con Toby,se había quitado el vestido de la recepción y llevaba puestos unos vaqueros y una camiseta negra.

<<Pedro estaba enfadado, y la cicatriz que le cruzaba la mejilla izquierda se notaba más en sus facciones. La miró casi con rabia, le abrió la puerta para que pudiera pasar.


—Toby está dormido —le informó con calma mientras cerraba detrás de él y giraba para mirarlo.

Él apretó la mandíbula y dio la impresión de que la cicatriz le palpitaba.


—No importa, quiero verlo.
—¿Cómo se encuentra tu padre?
—Las pruebas han confirmado que el diagnostico de tu padre era correcto. Fue la conmoción lo que le causo el desmayo y no un ataque al corazón, va a pasar la noche en el hospital en observación pero esperan darle el alta por la mañana. Paula...
—¿Mi padre ha regresado contigo del hospital? —aquella noche ya había mantenido una conversación prolongada e incómoda con su madre y no estaba segura de sentirse preparada para otra en cuanto Pedro se marchara.

El asintió con gesto seco.


—Me pidió que te dijera que hablaría contigo por la mañana.


Ella abrió mucho los ojos.



—¿Sabía que venías hacia aquí? —incluso al formular la pregunta supo la respuesta ¿de qué otro modo habría podido saber Pedro en que suite se alojaban.
—Sí, comprendió que querría ver a mi hijo otra vez.



Paula se sentía fatal cada vez que decía "mi hijo". Sin importar cual fuera la herencia biológica del pequeño, Toby seguía siendo su hijo, no de Pedro...