lunes, 27 de enero de 2014

Capitulo 8

—Y por último, pero no menos importantes, me gustaría presentarte a las dos mujeres más hermosas después de Daiana —afirmó Brian con afecto detrás de ella— Paula, Micaela, permitanme que les presente al primo de Daiana, Pedro Alfonso, Pedro, mis primas Micaela y Paula Chaves

Con esa confirmación de identidad, Paula no pudo respirar,la mente se le había quedado completamente en blanco, las rodillas eran gelatina, de hecho... ninguna parte parecía funcionarle correctamente.
Por suerte para ella, Micaela había aprovechado la presentación para comentarle a Pedro cuánto había disfrutado viéndolo en las carreras de Fórmula Uno proporcionándole un leve respiro mientras Paula oía la voz familiar y ronca de él, murmurando una respuesta cortés.
Anheló que se hiciera realidad la posibilidad de que él no la recordara.
Se dijo que era imposible que la recordara. ¿Por qué iba a tener presente a una estudiante de Arte e Historia con quien en una única ocasión había compartido la cama?
Como nunca la había llamado podía dar por sentado que la había olvidado al instante.

—¿Paula? —insto Brian al ver que seguía de espaldas a su invitado y a él.

Esta respiró hondo sabiendo que no tenía otra elección que girar y encarar al hombre que anhelaba olvidar tal como había hecho el. La expresión de Pedro era de cortesía cuando Paula se volvió y lo miró.

—Señorita Chaves —saludó al estrechar brevemente la mano —¿O puedo llamarte Paula?
—Todo el mundo la llama Pocha—aportó Micaela
—¿Puedo hacerlo yo?

La frialdad en los ojos de Pedro la mantuvo cautiva, parpadeó antes de romper súbitamente la intensidad de la mirada de él para centrarse en un punto de la sala.

—Paula está bien —le respondió con ecuanimidad.

Paula parecía segura y estaba increíblemente hermosa con el vestido sin hombros del color exacto de sus ojos.Alzó desafiante el mentón para devolverle una mirada curiosa ante su intensidad...

—He de saludar a más invitados se disculpó Brian Kingston—¿Me disculpas Pedro? Estoy seguro de que Paula y Micaela estarán encantadas de hacerte compañía le dedicó una mirada burlona a la más joven de sus primas antes de atravesar la sala atestada para volver al lado de su prometida.
Pedro continuó observando a Paula con mirada velada.

—¿Es así?

Un ceño de irritación apareció entre los ojos de ella.

—¿Es así que? —espetó
—¿Estarás encantada de hacerme compañía? —explicó con distante tono burlón.
—¿Es que lo necesita señor Alfonso? —soltó con chispas en los ojos.
—La verdad es que dudo que me quede el tiempo suficiente para que eso sea necesario —concedió él pero en el último instante su padre le había pedido que representara a la familia Alfonso ya que no se sentía bien para ir a la fiesta de su sobrina ni a la boda del día siguiente. Pedro había aceptado a regañadientes con la intención de quedarse el tiempo requerido para cumplir con el protocolo.
Al menos esa había sido su intención Paula se sintió aliviada al saber que no iba a quedarse mucho rato.

—Estoy segura de que Micaela y yo podremos mantener unos minutos de conversación cortes.

Él le dedicó una burlona inclinación de cabeza antes de mirar a su hermana.

—¿Disfrutas de tu visita a San Francisco Micaela?

Paula suspiró al sentirse liberada de la mirada intensa de Pedro y se tomó esos momentos de respiro para estudiarlo.
El hombre al que había conocido cinco años atrás había poseído un atractivo magnético junto con una seguridad y un encanto innato, sumaba una cálida sensualidad en los ojos achocolatados que desnudaba a una mujer desde la distancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario