miércoles, 15 de enero de 2014

Capitulo 5

Era una locura, ¡Una absoluta y deliciosa locura!


—Quiero poder mirarte mientras te hago el amor, Paula—le explicó de pie muy cerca de ella pero sin tocarla. —¿Me lo permitirás? —la animó con voz ronca —Me desvestiré primero si así te sientes más cómoda…

¡Dios, sabía que ella quería mirarlo en toda su desnuda gloria!

—Por favor hazlo suplicó sin aliento.


Pedro encendió la lámpara de la mesilla y la habitación quedó bañada con un resplandor dorado luego comenzó a desabotonarse la camisa negra. Ella tenía la vista clavada en los movimientos de las manos largas y elegantes mientras soltaban los botones y la seda se abría y revelaba la dureza del pecho de Pedro, cubierto con vello negro que iba espesándose al llegar al ombligo y desaparecer bajo de la cintura de los pantalones a medida.
Fue el instinto, la compulsión lo que hizo que alargara la mano y le tocara el torso que sintiera la tensión de su piel bajo las yemas de los dedos. Esa piel estaba encendida, casi febril, y los músculos se contrajeron cuando subió las manos para quitarle la camisa por los hombros antes de dejarla caer al suelo alfombrado. Pedro era tan hermoso como el ángel por el que había sido bautizado y sus ojos lo observaron con un fuego codicioso.

Quería ver más. ¡Quería verlo todo!

Las manos le temblaron levemente al bajarle despacio la cremallera de los pantalones. Los dedos rozaron su erección por encima de los calzoncillos negros y le oyó contener el aliento. La mano de él apretó la suya contra esa masculinidad.


—Siente cuánto te deseo, Paula —soltó con intensidad— ¡Siéntelo!


<<A partir de esta parte y hasta la mitad del próximo capitulo hay escenas con contenido sexual, si no quieren leer simplemente pasenlo hasta llegar a la parte donde aparecen tres "*" >>

Nunca se sintió más segura de algo en la vida mientras con movimiento lento y deliberado bajaba la última prenda y liberaba la erección palpitante. Cuando lo tocó, notó que estaba increíblemente duro.
Pedro sintió que el control se le escapaba y gimió con suavidad, cerró los ojos y apretó la mandíbula a medida que su placer se centraba por completo en la caricia de los dedos de Paula. El egoísmo lo impulsó a desear que las caricias prosiguieran hasta la placentera conclusión pero por encima de eso, anhelaba verla, tocarla con la misma intimidad. No apartó la vista de ella mientras daba un paso atrás para sujetar el bajo del fino jersey y alzarlo lentamente por encima de sus pechos y luego de la cabeza antes de sumarlo al montón de prendas que había en el suelo.Contuvo el aliento al observar la firmeza de esos senos, con los pezones de un rosa profundo y una cintura tan esbelta que intuyó que podría abarcarla con las manos.
Se inclinó lentamente para besar esos pechos y pasó la lengua por un pezón antes de introducírselo en la boca.

Paula estaba perdida. Total y completamente perdida mientras con las manos pegaba la cabeza de Pedro contra su pecho y notaba cómo el placer creado por esa lengua y esos labios rompían sobre ella, en oleadas oscuras y sensuales y luego se acumulaba en la unión de sus muslos. Un anhelo que Pedro ayudó a mitigar al posar la palma de la mano allí con una leve presión. Jadeó débilmente cuando él encontró el centro de su excitación.

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