lunes, 3 de marzo de 2014

Capitulo 31

—¿Cuál es tu condición, Pedro? —preguntó.


Caminó lentamente hacia ella y se detuvo a unos pasos de distancia. Paula clavó las uñas en las palmas de sus manos, completamente consciente del calor y de la fragancia que emanaban del cuerpo de él.


—¿Qué quieres? —espetó a la defensiva, recibiendo una sonrisa pausada y seductora—Me refería a tu condición, Pedro —se apresuró a explicar.


¡Por la mirada de él podía ver claramente qué era lo que quería!


—Ah, sí. Mi condición es que, con el fin de garantizar la armonía en nuestras dos familias, sugiero que crean que nuestro matrimonio es por amor.


 La incredulidad la dejó boquiabierta.


—¿Quieres que finja que estoy enamorada de ti?
—Sólo en público —explicó.


Lo miró furiosa.


—¿Y en privado?
—Oh, por el momento me vale sólo con el deseo—repuso con suavidad.
—Arrogante hijo de...
—Insultar a mi madre no logrará nada salvo irritarme sobre manera, Paula—le advirtió.
—Lo siento tanto—repuso con sarcasmo. —Mi intención era insultarte a ti, no a tu madre.


Pedro se sentía excitado, no insultado. El matrimonio con Paula prometía ser un festín para los sentidos.

Sonrió.


—No me siento insultado —le aseguró con voz ronca —Intrigado tal vez, pero no insultado.
Es una pena.

La sonrisa de él se amplió. —¿Aceptas mi condición entonces?

—Te aseguro que no deseo preocupar a mis padres y hermanos sobre la elección que estoy realizando más que tu a tu padre.
—¿Y entonces...?
—Entonces —concedió a regañadientes —en público intentaré asegurarme de que parezca que nuestro matrimonio es algo que yo quiero.
—Bien — Dijo él satisfecho al alzar la mano y posarla en la delicada curva de la mandíbula de Paula sintiendo como ella se ponía tensa ante ese ligero contacto antes de apartarse. Ni tu familia ni la mía quedarán convencidas de nuestro amor mutuo si reaccionas de esa manera cuando te toco gruñó con desaprobación al bajar la mano al costado.

Ella bufó.

—Te prometo que trataré de hacerlo mejor cuando estemos en público
—Con intentarlo no basta —indicó Pedro con frialdad
—Es la única respuesta que puedo darte ahora —le dijo cansada.


Pedro la estudió y pudo percibir el aire de derrota que ella ya no intentaba ocultarle.
Sí, había ganado la batalla al forzar a Paula en la cuestión del matrimonio y en reclamar a Toby como su hijo, pero sintió poco triunfo en esa victoria al sentir que, con ella, podía haber puesto en peligro el éxito de toda la guerra que libraban.

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