lunes, 24 de febrero de 2014

Capitulo 24

—No creo que nos quede nada por hablar Pedro indicó con firmeza


El rió brevemente sin humor.


—Aún no hemos empezado a hacerlo, Paula.


El padre de él los esperaba en el invernadero. Pedro supo que un entorno tan informal era lo que se necesitaba para lograr que un niño de cuatro años se relajara, la voz ronca de Marcos delató sus sentimientos cuando Toby se reunió con él y le permitió al pequeño regar las orquídeas.


—Estoy descuidando a tu madre, Toby —se disculpó el hombre mayor minutos después, irguiéndose—Puedes seguir regando las plantas si así lo deseas o puedes venir a sentarte con nosotros mientras tu madre y yo charlamos.


Sabía perfectamente cuál sería la elección de su hijo, como la mayoría de niños pequeños, no mostraba ningún interés en las conversaciones de los adultos.


—Paula —la voz de Marcos sonó profunda por la emoción al cruzar el invernadero hacia donde estaba sentada en una de las sillas de mimbre allí dispuestas.Le tomó la mano y la acercó a los labios mientras ella se incorporaba. —Gracias por traer a Toby para que me viera —le dijo con ojos algo húmedos.


Paula sintió un nudo en la garganta al observar al padre de Pedro, incapaz de discernir si en la mirada directa de ojos castaños había algún reproche; ella sólo veía la humedad de las lágrimas que no intenta ocultarle. Fue muy consciente de la presencia silenciosa y amenazadora de Pedro de pie a su lado.


—Yo... —se humedeció los labios nerviosa—la verdad es que no sé qué decir —tartamudeó, consciente del comentario tan inapropiado pero tan cierto.
Pedro ya me ha explicado todo lo que había que explicar —el hombre mayor le sonrió con gesto tranquilizador. Lo único que de verdad importa es que Toby y tú estén aquí ahora.


Paula aparte de sentir la carga pesada de la culpa ante la completa aceptación por parte de Marcos de la situación que la noche anterior le había provocado un desmayo, también se preguntó que le habría explicado exactamente Pedro.


—Es muy amable le dijo al hombre mayor mientras le apretaba la mano antes de soltarla.
—Es evidente que Paula y yo aun tenemos mucho que hablar papá—intervino de repente Pedro —Si Toby y tú nos disculpan durante unos minutos...


La sugerencia provocó en Paula una súbita sensación de pánico, insegura de si se hallaba preparada para otro enfrentamiento con él en ese instante. No había dormido mucho durante la noche anterior y la mañana ya había sido muy traumática con la conversación familiar, seguida de la llegada de Pedro al hotel y de la explicación que le habían ofrecido a Toby por no mencionar la reunión en ese momento con Marcos Alfonso, pero un simple vistazo a la sombría determinación de la expresión de Pedro bastó para indicarle que no tenía elección en el asunto.


—¿Toby? llamó para captar la atención de su hijo que seguía regando las plantas —¿Estarás bien mientras yo mantengo una pequeña charla con tu padre? —no le resultó nada fácil decirlo en voz alta.

—Sí —el pequeño le sonrió feliz y despreocupado.


En ese momento Paula deseó que su hijo no fuera tan sociable, era evidente que no iba a ofrecerle ninguna ayuda para evitar el enfrentamiento con Pedro, sabía que para el pequeño ésa era una gran aventura y no tenía ninguna idea de las tensiones subyacentes que provocaba hallarse ante su padre y su abuelo... ni de las posibles repercusiones
Paula quería asegurarse de que siguiera siendo así...


—Estoy seguro de que Toby y yo la pasaremos bien juntos  Paula—le aseguró Marcos


Le dedicó una sonrisa de agradecimiento,que se desvaneció en cuanto Pedro dio un paso atrás de cortesía para dejar que lo precediera hacia la casa principal,aunque no creyó que esa cortesía continuara cuando se hallaran completamente a solas.
Él se adelantó para abrirle la puerta que había en un extremo del pasillo antes de apartarse con el fin de permitirle que entrara, era una habitación con paredes alineadas con libros, consternada, notó que se parecía mucho al estudio del hogar de los Alfonso en Surrey, donde Pedro y ella se conocieron. También él fue consciente de la ironía del entorno mientras cerraba la puerta antes de ir a sentarse detrás del escritorio, la miró con ojos entrecerrados al ver que ella elegía no sentarse en el sillón que había delante de la mesa sino que se dirigía hasta el enorme ventanal y le daba la espalda. Ese día se había recogido el cabello y el cuello expuesto parecía frágil en su delgadez, lucía una blusa de color crema y unos pantalones negros ceñidos.
Parecía pequeña, delicada, pero Pedro sabía que la apariencia era engañosa, Paula Chaves era más que capaz de defenderse a sí misma y a Toby si surgiera la necesidad...

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