miércoles, 12 de febrero de 2014

Capitulo 14

—¿No sientes la habitual necesidad de las mujeres de llorar en las bodas?



La espalda de Paula se puso rígida al oír la voz de Pedro justo detrás de ella, de pie con el resto de los invitados en la entrada de la iglesia mirando a los novios posar para las fotografías.
A pesar de lo mucho que se había empecinado en buscar una excusa que les permitiera a Toby y a ella no asistir, incluida una migraña para ella y un estado febril para su hijo, en última instancia no le había quedado más remedio que reconocer la derrota cuando su padre había dicho que no les pasaba nada. La única alternativa que le quedó había sido esperar que  Pedro siguiera el consejo que le había dado la noche anterior de permanecer alejado de ella.
El hecho de tenerlo a su espalda en ese momento demostraba que no era así. Lo había visto cuando su familia y ella habían llegado a la boda hacía aproximadamente una hora, sentado en un banco en compañía de un hombre canoso cuya estatura y parecido facial le indicaron que casi con toda seguridad se trataba del padre de Pedro, Marcos Alfonso. El corazón le había dado un vuelco al contemplar a los dos italianos sin que ellos lo supieran, antes de bajar la vista al niño sentado junto a ella en el banco reconociendo al instante lo mucho que se parecía a su padre y a su abuelo.
Igual que lo había notado inocentemente Micaela la noche anterior al comentar que Pedro le recordaba a alguien...
Menos mal que Toby había desaparecido con su adorado tío Gonzalo en cuanto acabó la ceremonia y en ese momento jugaba bajo un roble en el patio, con el grupo de niños que la noche anterior había ido a cenar pizza.
Despacio, se volvió para encararse con Pedro y comprobar lo atractivo que estaba con un traje oscuro a medida y una camisa blanca.


—¡Me temo que lloraría de lástima! —repuso con sarcasmo a la pregunta de él acerca de que las, mujeres solían llorar en las bodas.


Él le dedicó una sonrisa de aprecio mientras con mirada velada admiraba el vestido hasta la rodilla que seguía a la perfección las curvas de ese cuerpo esbelto. Llevaba una flor de seda sujeta junto a la oreja izquierda que mantenía apartado de su rostro el cabello oscuro.
Estaba elegante, hermosa... y muy segura de sí misma.


—¿Quizá porque hasta ahora ningún hombre te ha pedido que fueras su novia? —provoco.


Un color delicado se asomó a las mejillas de ella al oír esas palabras


—¿Y qué te hace suponer semejante cosa, Pedro? —replicó —¿No es posible que quizá haya elegido no casarme por ser demasiado consciente de lo caprichoso que puede llegar a ser el interés de un hombre? —añadió con dulzura.
—¿No es posible que hayas conocido a hombres que no te convenían?
—Es posible —convino con mirada desafiante.


A pesar de lo placentero que era Pedro tuvo que reconocer que esas peleas constantes con Paula no podían continuar. Era el día de la boda de su prima, un momento completamente inapropiado para mantener un enfrentamiento abierto entre dos invitados. Era evidente que Paula había llegado a la misma conclusión.

 —Si me disculpas Pedro, tengo que reunirme con mi familia lo miró con firmeza cuando los dedos que le habían rodeado el brazo le impidieron marcharse.
—Necesitamos hablar, Paula
—Hablamos ayer por la noche Pedro... y para lo que nos sirvió —exclamo
—Exacto—acordó—No podemos proseguir con este enfrentamiento, menos cuando nuestras familias han quedado unidas.
—Mi primo se ha casado con tu prima, eso no hace que nuestras familias estén unidas—señaló con paciencia—De hecho, no se me ocurre otra ocasión en que tengamos que volver a vernos.


Al menos era lo que esperaba con fervor. En ese momento se consideraría afortunada si pudiera terminar el día sin que toda la situación le estallara en la cara.El dolor de cabeza que había querido fingir para no asistir a la boda empezaba a ser una realidad...

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