lunes, 10 de febrero de 2014

Capitulo 12

El se encogió de hombros

—Entonces, creo que una vez que te hayas marchado regresare a la fiesta y le pediré a Brian que me presente a tus padres.


Lo miro furiosa.


—¡Miserable! Eres un...
—Sólo toleraré los insultos una vez, Paula—cortó con tono acerado—Solo una advirtió — Tú eliges —luego suavizó la voz al reclinarse en el sillón y volver a observarla con ojos burlones —Acepta un baile conmigo o pediré que me presenten a tus padres.
—¿Por qué? —protestó con un gemido. —Ni siquiera sé por qué quieres bailar conmigo.
—¿Curiosidad, tal vez?
—¿Curiosidad de qué? —inquirió, manifestando su desconcierto.


El la recorrió lentamente con la mirada hasta posar sus ojos sobre sus pechos, Paula apenas pudo respirar mientras sufría ese lento escrutinio y cuando ya no pudo tolerar más se puso de pie.

—Un baile, Pedro —cedió con brusquedad— Y una vez que termine preferiría que no volvieras a dirigirte jamás a mí


El sonrió antes de incorporarse con tranquilidad.


—Te indicaré lo que pienso al respecto una vez que hayamos terminado de bailar


No dejó que la tomara por el brazo para regresar a la sala donde se celebraba la fiesta. No obstante fue consciente de todo lo que emanaba de él desde la mirada socarrona y la sonrisa de satisfacción hasta la gracia felina de su cuerpo que compensaba la lesión sufrida en el accidente de cinco años atrás.
Según las noticias aparecidas entonces en los medios las heridas sufridas por Pedro habían sido horribles, las dos piernas y la pelvis aplastadas, quemaduras por todo el torso, numerosos cortes en el cuerpo, el peor el de la mejilla izquierda. Pero en lo que a ella concernía esas cicatrices solo incrementaban el aire de peligro que él ya había poseído en abundancia.

Perfecto

Murmuró él con satisfacción cuando comenzó a sonar una balada en el momento en que llegaban al salón atestado. Habían atenuado las luces y varias parejas ya bailaban en el espacio despejado en el centro, incluidos Micaela y su primo Manuel, la tomó de la mano al entrar en el espacio de la pista.

—Preferiría que bailáramos formalmente —le expuso con rigidez cuando adrede él le rodeó la cintura con los brazos para pegarla a su cuerpo y ella aplastó las manos contra su pecho.

—¿Nadie te ha contado jamás que la vida está llena de decepciones? —murmuró con una mano en su espalda para unirla a él al tiempo que comenzaban a moverse despacio al son de la música.


Ella se apartó lo que pudo y lo miro furiosa.


Oh, sí —espetó con desdén alguien me enseñó muy bien esa lección


Pedro enarcó las cejas oscuras.


—Entonces, no te sorprenderá saber que prefiero que sigamos bailando así. 

 A Paula ya no le sorprendería nada de lo que pasara esa velada.De hecho, se hallaba demasiado ocupada luchando contra la percepción del cuerpo duro de Pedro pegado al suyo, de la mejilla que reposaba levemente sobre su cabello, de la calidez de la mano en su espalda, y de la otra que le sostenía la suya contra el pecho para poder concentrarse en algo más.
A pesar de que desearía que fuera de otra manera, era consciente de todo acerca de Pedro mientras bailaban,su calor, su olor, la calidez de su aliento en la sien, la sensualidad de su cuerpo y también era muy consciente de su propia reacción a todas esas cosas. Su respiración irregular, la piel sensibilizada, los pechos hinchados, los pezones duros y un hormigueo profundo y encendido entre los muslos.

Era una tortura.


Tampoco la ayudó a mitigar su incomodidad que cuando Micaela los vio bailando tan pegados, la animara con una sonrisa.

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