miércoles, 12 de febrero de 2014

Capitulo 15

Seguía sin tener idea de cómo impedir que Toby y Pedro se encontraran en algún momento durante la recepción. Si eso sucediera, desconocía cuál podía la reacción de Pedro, después de haberla rechazado a ella bajo ningún concepto iba a permitir que a Toby le sucediera lo mismo y la expresión amenazadora de él no hacía nada por hacer desaparecer sus temores.
Miró más allá de Pedro al reconocer con facilidad la risa de su hijo sabiendo que el motivo era que Gonzalo le estaba haciendo cosquillas.

Toby era un niño feliz, completamente seguro en la adoración de su madre y de sus complacientes abuelos al igual que en los mimos que le dedicaban sus dos tíos y Paula ansiaba que eso continuara.Los últimos tres días le habían mostrado lo unidos que estaban los miembros de la familia Alfonso, cuanto valoraban y querían a sus hijos. Literalmente se deprimió ante la idea de lo que podía hacer Pedro si alguna vez llegaba a descubrir que Toby era el resultado de la única noche que pasaron juntos cinco años atrás y cuanto se había perdido ya de la vida de su hijo...


—De verdad tengo que irme —en ese momento evitó mirarlo a los ojos al apartarse de él y liberarse de su mano.


Pedro la observó con intensidad mientras se alejaba y frunció el ceño al oír su risa cuando fue rodeada por un grupo de niños risueños algunos de ellos hijos de primos de él; el parecido que tenía con Paula el más alto del grupo hizo que lo reconociera fácilmente como su hermano Gonzalo. Le resultó extraño que las personas de las que había hablado con tanto afecto hacia cinco años... sus padres su hermana y su hermano en ese momento fueran una realidad para él.


—¿Una amiga tuya?


La sonrisa no desapareció de su rostro al volverse hacía su padre sin revelar nada de la preocupación interior que lo embargaba ante la palidez y el tono macilento en la cara del hombre mayor.


—Dudo que "Pocha" pensara lo mismo —ironizó.
—¿Pocha? —Marcos enarco unas cejas plateadas antes de mirar hacia el sendero por el que en ese momento bajaba ella charlando con su hermano y otro de los niños.
—Paula Chaves, la vi ayer en la fiesta de Daiana—explicó.


«Otra vez» podría haber añadido pero no lo hizo ya que sabía que de ese modo despertaría la curiosidad insaciable de su padre. 
Marcos era el patriarca de la familia Alfonso y con sesenta y cinco anos y mala salud, había empezado a presionarle para que se casara y tuviera hijos que continuaran la dinastía que su bisabuelo había iniciado hacía cien años con los viñedos en Italia. Setenta años había sido su abuelo quien había decidido extender el negocio a los Estados Unidos.
Cuatro años atrás después de que su padre sufriera un leve ataque al corazón, Pedro había asumido la dirección de los viñedos de California. Pero con treinta y tres años y para desdicha de Marcos no tenía intención de casarse y tener los herederos necesarios que continuaran con la dinastía.

Paula comenzó a respirar un poco más relajada una vez que el almuerzo nupcial y los discursos se terminaron y los invitados comenzaron a pasar a las habitaciones adyacentes donde iba a iniciarse el baile y continuarían los rituales sociales. Esperaba que eso le diera la oportunidad ideal para que Toby y ella pudieran excusarse.
Hasta el momento había tenido la suerte de mantener a su hijo alejado de Pedro, había muchos niños presentes y la feliz pareja había elegido colocar a todos los pequeños en mesas separadas de las de los padres permitiendo así que los niños disfrutaran de la libertad de mostrarse como eran y a los padres disfrutar en paz del almuerzo y de una conversación adulta. Esa distribución también había imposibilitado conocer de quien eran hijos.
Tomando rápida nota mental de la presencia de Pedro en el otro extremo del salón de la recepción Paula se despidió de su familia antes de dirigirse lentamente hacía la puerta donde Daiana y Brian saludaban a los últimos invitados de la velada. Su intención era recoger a Toby de donde jugaba con otros niños antes de marcharse con discreción.


—¿Te vas tan pronto Paula?


Con el corazón hundido, se dijo que había cantado victoria demasiado pronto al ver la expresión desafiante de Pedro Alfonso en la puerta bloqueándole el paso.


—Me duele la cabeza —se excusó con sequedad.


El enarcó una ceja.



—Las bodas no van contigo ¿verdad?
—Sólo me produce alergia la posibilidad de llegar a tener que asistir algún día a la mía propia —le aseguró con sarcasmo.


Pedro sonrió.


Había observado como Paula había cruzado con paso lento pero determinado el salón mientras se iba despidiendo de otros invitados adivinando con facilidad su intención de marcharse temprano. 





Aquí dos nuevos caps, la verdad sale a la luz dentro de poco....

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